La cerveza
Hoy día se entiende comúnmente por cerveza toda bebida fermentada que tiene como principales ingredientes cebada malteada, lúpulo, levadura y agua. Ciertamente se reconoce la posibilidad de la utilización de otros ingredientes, como trigo, maíz, arroz, candeal y sorgo, entre otros. Sin embargo, en principio, modernamente el término cerveza alude a la bebida fermentada básicamente de la malta de cebada, con un agregado de lúpulo para el aroma característico y el sabor amargo, y eventuales otros ingredientes, como azúcar y sal.
La cerveza a los largo de los tiempos
La aceptación que ha logrado la cerveza entre los dominicanos se inscribe en varios planos de los procesos históricos nacionales. En ese tenor, la historia de la cerveza dominicana está rodeada de tramas ideológicas y económicas. Su consumo ha constituido una variable dependiente de los procesos de modernización, a través de los cuales se han adoptado instituciones, conceptos y procedimientos económicos gestados en los países centrales del mundo occidental. Desde el siglo XIX se consideraba su producción como un indicador de la llegada de la beneficiosa onda industrialista.
El inicio de la fabricación de cerveza en República Dominicana, a fines del siglo XIX, se conectó con la introducción del uso del hielo. Rápidamente la asociación dio lugar a un giro de las modalidades previas de consumo de la cerveza, trasladadas a la preferencia por una bebida a muy baja temperatura, de ahí que se consagrara en el vocabulario popular como «la fría». El dominicano la prefiere casi en el borde de la congelación, cuya prueba radica en la tonalidad «ceniza» de la botella; de esto se desprende el por qué la cerveza dominicana apenas forma espuma al servirse, lo que ha sido asumido por los consumidores como una modalidad deseable, al grado que se ha popularizado el estilo de servir la cerveza lentamente, inclinando el vaso.
Orígenes
Desde muchos siglos antes de la llegada de los europeos a América, los aborígenes de las Antillas elaboraban un tipo de cerveza a base del procesamiento de la yuca y del maíz. Era consumida entre los taínos exclusivamente con motivo de sus festividades, areítos, que eran muy frecuentes. Esta cerveza dejó de ser elaborada por los aborígenes tiempo después de la conquista española, por la pérdida de tradiciones culturales prehispánicas entre los nacidos tras la conquista española. Por lo visto, los españoles en Santo Domingo tampoco mostraron interés en consumir dicha cerveza.
Se tienen pocas noticias de consumo de cerveza en los dominicanos de aquella época. Es probable que sólo entraran cantidades reducidas de cerveza a Santo Domingo y Monte Cristi, donde se habían establecido mercaderes extranjeros.
Tras el Tratado de Basilea de 1795, por medio del cual España cedió a Francia su posesión de Santo Domingo, se registró una apertura al comercio internacional, sin embargo, entre 1809 y 1821, y durante la dominación haitiana, entre 1822 y 1844, aparecen pocas informaciones relativas a la cerveza. De todas maneras, el establecimiento permanente de comerciantes extranjeros introdujo el consumo de la bebida en el medio dominicano. El consumo popularizado de la bebida tras 1835 estaba restringido a estratos urbanos muy limitados, y se consideraba la cerveza como un artículo de lujo.
Hacia 1865, en su mayoría, lo que se vendía era cerveza inglesa (de las más consumidas en la época) y alemana. Cerca de 1872, y sólo en algunas ocasiones, comenzaron a aparecer menciones de marcas: Bobée, Tennents y Allsopp.
A finales del siglo XIX, la fundación de ingenios azucareros insertó definitivamente a la economía dominicana en los circuitos económicos internacionales, lo que aumentó la capacidad de importación de bienes de consumo, lo que mejoraba la dinámica económica nacional. Es clara la correlación entre las coyunturas económicas de auge e incremento del consumo de la cerveza. Desde entonces el consumo de cerveza no dejó de crecer, aunque en los períodos de auge se aceleraba y en los de retraimiento de la economía tendía a decaer. En las informaciones de carga de los buques mercantes llegados a los puertos dominicanos, por tanto, comenzó a figurar la cerveza de manera cada vez más reiterada, sobre todo en los provenientes de Alemania.
La Primera Cervecería Dominicana
Con el fin de promover inversiones locales, los gobiernos de las últimas décadas del siglo XIX decidieron poner en marcha una política de otorgamiento de concesiones, otorgando privilegios fiscales a los inversionistas, a veces mediante exención de impuestos aduanales y otras mediante subsidios directos provenientes de ingresos fiscales.
En razón del nivel de consumo de cerveza, resultaba lógico que atrajera interés el establecimiento de una fábrica para su producción. La primera resolución del Estado Dominicano de concesión para una fábrica de cerveza, fue otorgada en 1882 al ingeniero francés G. Petitpierre Pellion. No hay menciones ulteriores de este proyecto, porque el concesionario no consiguió un inversionista interesado. Habría que esperar unos cuantos años para que se renovase una solicitud de concesión para la fabricación de cerveza. Fue cuando en septiembre de 1890, el norteamericano Simon J. Flatow logró del Gobierno Dominicano una concesión para la fabricación de cerveza. Se hizo a favor de una compañía recién constituida en Estados Unidos, The New Jersey & San Domingo Brewing Co. L a empresa pasó a denominarse como «Gran Fábrica de Cerveza Nacional» y fue ampliamente favorecida, con terrenos donados y exoneraciones importantes. Además de su majestuosa edificación –sin precedentes en el país-, ubicada en Ciudad Nueva, la fábrica tenía por rasgo distintivo su cisterna, con capacidad para 30,000 barriles de 50 galones, o sea, 1,500,000 galones.
Se vendió cerveza al público en la primera semana de julio de 1893, gozando de una notoria simpatía entre los consumidores. Sin embargo, la empresa experimentó escasez de recursos, y no logró suscribir nuevos aportes de capital que permitieran mantener un ritmo conveniente del proceso productivo. Tras un préstamo, en julio de 1893 relanzaron la producción, con la marca de Cerveza Nacional, pero no parece que la calidad llenara del todo las expectativas del público. La empresa laboró entre mediados de 1893 hasta fines de 1897.
Para 1905 se tiene la primera cifra de importación de cerveza a escala nacional, en docenas de botellas: 25,563. Entre 1909 y 1929 la importación de cerveza pasó de 372,000 litros a casi 1,700,000, registrándose una tasa de crecimiento anual promedio de 7.9%. La prosperidad creada a raíz del estallido de la Primera Guerra Mundial, ocasionada por el incremento en el precio del azúcar y otros géneros de exportación, elevó notablemente el consumo de la cerveza. Esto estaba llamado a preparar las condiciones para que, por segunda vez, se plantease la producción local de cerveza a gran escala, llamada a perdurar.
La primacía alemana en las importaciones, indica que la mayoría de los bebedores de cerveza seguían prefiriendo los tipos de sabor fuerte, como eran los más comunes en ese país. Esta orientación de las preferencias sentó las bases para la cerveza que se plantearía producir la Cervecería Nacional Dominicana desde 1929.
Dentro de las marcas de cerveza que se consumían en la época, sobresalieron: Favorita, Caballo, Machete, Boya, Spatten, Guinnes, Schlitz, Budweiser y Pabst.
La fundación de la Cervecería Nacional Dominicana
Un precedente de política gubernamental que coadyuvó a la fundación de la Cervecería Nacional Dominicana consistió en la definición de la conveniencia de que en el país se produjese cerveza como medio para lograr ahorros sustanciales de divisas.
El empresario norteamericano Charles Wanzer, fundador de la Cervecería Nacional Dominicana, estaba al corriente de esa visión gubernamental y a su amparo decidió embarcarse en el proyecto, juzgando factible la instalación de una planta para la producción de cerveza en el país. Wanzer y Edward Paine adquirieron la antigua Cervecería Palma Real, cuyo propietario era el español Teódulo Llamas, e inyectaron capital para su ampliación.
Bajo firma privada ante el notario Emilio E. Ravelo, de la ciudad de Santo Domingo, el 11 de marzo de 1929 se procedió formalmente a constituir la Cervecería Nacional Dominicana. Se fijó el capital social de la compañía en 10 mil dólares, dividido en cien acciones de cien dólares. Los funcionarios designados en el Consejo de Administración fueron los siguientes: presidente, Wanzer; vicepresidente, Milton S. Briggs, comerciante de New York; secretario, Julio Ortega Frier, abogado local de la empresa; subsecretario, Nelson Gammans, abogado de New York; tesorero, Edward Paine, banquero de Woodmore, Long Island; y vicetesorero, H. B. Senior, comerciante de Santo Domingo. Se añadió otro accionista, J. B. Whitworth, comerciante estadounidense radicado en Santo Domingo.
Desde los inicios, Charles Wanzer pensó que para hacer exitoso el proyecto de la cervecería, debía lograr una compenetración con el entorno dominicano, de forma tal que la población la considerase parte del país y no la visualizara como empresa extranjera. También, visualizó la calidad del producto como la clave del éxito del proyecto y se puso énfasis en la adquisición de materias primas de superior calidad. Por lo menos se destacó el lúpulo, que desde el principio fue adquirido en Checoslovaquia, considerado comúnmente el mejor del mundo. Se buscaba la excelencia para poder explorar luego la capacidad competitiva y exportar a países vecinos.
Por haberse creado en aquel momento, y por las características de su fundador, es evidente que Trujillo utilizaba a Wanzer ante instancias de poder en Estados Unidos, al tiempo que este último protegía así su inversión y obtenía eventuales apoyos del Gobierno Dominicano. Sin embargo, en lo fundamental, la CND no tuvo necesidad de apoyos estatales extraordinarios, pues operaba como empresa eficiente que se ceñía a las legislaciones vigentes.
El lanzamiento de las marcas Colón y Reina
En los días previos a las elecciones del 16 de mayo de 1930 se anunció el lanzamiento inminente de la cerveza Colón, la primera marca de la Cervecería Nacional Dominicana. La recepción que se le tributó a la Colón fue fundamentalmente fría, aunque no exactamente desfavorable. Esto se debió al norte que había guiado la concepción de la marca, tendente a competir primordialmente con el ron. Se suscitaron opiniones adversas a la graduación alcohólica de la Colón, juzgada excesiva. Los que tenían recursos suficientes siguieron prefiriendo la adquisición de marcas importadas. En términos generales, hasta la década de 1940, la cerveza de producción nacional era mayormente consumida por aquellos que buscaban un precio bajo.
En rápido reconocimiento de las limitaciones con que fue acogida la marca Colón, al cabo de unos meses la CND lanzó una nueva marca, la Reina. Esta fue mejor recibida que la primera. De todas maneras, todavía no se superaba a las marcas importadas.
¡Al fin la Presidente!
No obstante la mayor aceptación de la marca Reina, la administración de la CND juzgó conveniente mejorar todavía más la calidad de la oferta, labor asignada a Henry William Gronau. Hubo consenso inmediato en que esta tercera marca era, con mucho, superior a las dos anteriores. Desde el momento en que se lanzó la Presidente, tipo Pilsener, en 1935, la CND retiró del mercado la marca Colón. En cambio, la Reina pervivió hasta fines de 1940, principios de 1941. El público impuso su preferencia por un tipo de cerveza, lo que se expresó en la identificación con las características de la Presidente. De ahí el éxito inmediato de la nueva marca y su acogida entre personas de variadas condiciones sociales y culturales.
Al inicio, la generalidad de operaciones en la fabricación de la cerveza local se llevaba a cabo manualmente. Hacia el final de la década de 1930 se experimentaron grandes cambios en este sentido. El proceso se puede resumir en el tránsito, en un período de diez años, desde una planta básicamente vinculada a tareas manuales a otra semi-automatizada, con los diversos departamentos conectados mediante cadenas de distribución.
El proceso social de la cerveza fue irradiándose espacialmente, pasando, de los principales centros urbanos, a una paulatina adopción en ciudades menores, pueblos y secciones rurales.
Desde la fundación de la CND la publicidad estuvo en el corazón de toda la estrategia de funcionamiento. A pesar de ser una empresa de muy limitados recursos en sus inicios, introdujo sus marcas con ayuda de un formidable despliegue publicitario. Desde el principio se puso de manifiesto la preocupación por lograr que el público dominicano sintiese que la CND era una compañía dominicana, aun cuando una parte mayoritaria de sus accionistas fuesen norteamericanos.
El complejo industrial de Trujillo
Después de la Segunda Guerra Mundial, el dictador centró su programa industrialista en el sector azucarero, fundando varias empresas industriales de gran tamaño, las cuales provocaron un cambio en la estructura económica. Resultaba inevitable que, de una u otra manera, como parte de su voraz ímpetu por controlar todas las actividades económicas, Trujillo intentara tomar parte en el creciente negocio de la cerveza. Las relaciones de Trujillo hacia la CND estaban teñidas de consideraciones políticas que lo obligaban a actuar de manera distinta a como lo hacía respecto a la generalidad de propietarios dominicanos. No obstante, a partir de cierto momento, Trujillo se interesó por tener participación en el paquete accionario de la CND, lo cual fue rechazado por Wanzer. De esta negativa de la CND pudo derivarse la autorización de Trujillo para que se creara una compañía rival, con independencia de cuál fue su papel en la misma. Trujillo fue importante accionista de la Sociedad Cervecera Antillana desde el primer día, lo que significaba que había escogido esta vía para involucrarse en el mundo de la cerveza, aun cuando no tenía mayoría en el paquete accionario.
Las marcas La Dominicana y Cibao
La Sociedad Cervecera Antillana, la nueva empresa conocida como la empresa de Ramfis Trujillo, salió con dos marcas, La Dominicana y Cibao, ambas con el mismo contenido, cambiando únicamente la etiqueta. El producto tenía un sabor menos amargo que la Presidente, lo que agradó a una porción del público. Sin embargo la Presidente en todo momento mantuvo la preferencia de una porción amplia del público, acostumbrado a su sabor, y que encontraba en las nuevas marcas un sabor demasiado suave. Es posible que en sus momentos pico la SCA copara un 50% del mercado, o hasta más, lo que para una empresa recién constituida representaba un éxito impresionante.
Guerra a la CND. Traspaso de la SCA a la CND
Entre los mecanismos que en la SCA se concibieron para forzar el consumo en contra de la Presidente, se encontraba la búsqueda, a como diera lugar, de la exclusividad de las ventas del mayor número posible de negocios. Los lugares de expendio comenzaron a ser visitados por espías del régimen, para intimidar a quienes consumieran Presidente. Pero los clientes se resistieron, convencidos de que nada era comparable con la Presidente, además de que, entre muchos, pasó a cobrar un contenido de resistencia al poder dictatorial. Los expendedores acudieron a un doble juego con la complicidad de sus clientes; por delante ofrecían La Dominicana para prevenir cualquier represalia del régimen, pero en forma oculta seguían expendiendo Presidente.
De golpe, por orden del Jefe, cesó la campaña intimidatoria. La empresa se dispuso a hacer mezclas para crear un nuevo producto que pudiera recuperar la atracción del público; de ahí surgió la marca Pilsener, lanzada a mediados de 1952, con un despliegue propagandístico intenso pero inefectivo. Ya era muy tarde: a ojos del público, irremisiblemente, los productos de la SCA no se equiparaban a la Presidente. Poco más adelante, Trujillo dispuso la venta de la empresa, mediante su fusión con la CND, dentro de la cual quedaría como accionista minoritario. Adquirida por la CND, la SCA quedó regida de inmediato por las normas gerenciales existentes en la primera. Fueron desechadas La Dominicana y Cibao, y se promocionó exclusivamente la marca que se identificó con las nuevas condiciones, la Pilsener, que pasó a ser más conocida por su sobrenombre de Banda Blanca.
Balance de la CND en su trigésimo aniversario
A lo largo de la década de 1950 la CND experimentó transformaciones tecnológicas de consideración, paralelamente con la dinámica creciente del consumo de cerveza en el país. Las ventas totales de cerveza se duplicaron con creces en menos de una década, al pasar de 3.1 millones de pesos en 1950 a prácticamente 7 millones en 1958. En 1930 la empresa se estrenó con apenas 40 empleados, mientras que en 1958 superaba los cuatrocientos. La inversión pagada, de apenas diez mil pesos en 1929, había llegado a 3 millones desde inicios de la década de 1950. Pero más ilustrativa resultaba la evolución de las ventas: de 50,000 cajas anuales se había pasado a 680,000 en 1954 y 1,105,000 en 1958. El balance realizado también destacaba el impacto de su producción en el sistema fiscal del país, ya que de una cifra no superior a 50,000 pesos que abonaba en impuestos durante la década de 1930, se había pasado a 3 millones para 1958, monto que representaba aproximadamente el 2% del total de ingresos fiscales.
La Cerveza post-Trujillo
La muerte de Trujillo, el 30 de mayo de 1961, marcó el inicio de una nueva época. El nivel y la calidad de vida de la población, en general, mejoraron notablemente tras la caída de la dictadura. Después de tres años de estancamiento económico se entró en una fase de crecimiento bastante más rápido que el experimentado en los años de post guerra. El mercado de la cerveza, a su vez, entró en una fase expansiva desde 1962.
Tras la guerra civil de abril de 1965, República Dominicana confrontó una las situaciones más conflictivas de su historia, y se produjo una segunda intervención norteamericana en el país. A consecuencia de estos eventos, las actividades comerciales e industriales en la ciudad de Santo Domingo se paralizaron, y solo volvieron a cierta normalidad en los meses finales del año. Como prácticamente todas las empresas, la CND debió suspender temporalmente sus actividades. Incluso se llegó a considerar el cierre de la empresa. Sin embargo, los funcionarios dominicanos, liderados por Del Toro como administrador interino, y por Menicucci, tomaron las medidas para una normalización de las operaciones. Fue solo en 1968 cuando las ventas totales de la CND volvieron a acercarse a los niveles de 1963-64.
Una nueva planta: La Cervecería Cibao
La Cervecería Cibao fue fundada en La Vega el 10 de agosto de 1963 por un grupo de 87 accionistas. Ante la imposibilidad de iniciar la producción por diversas razones, la administración de Cervecería Cibao se vio obligada a entablar negociaciones con empresas cerveceras de otros países, a fin de llegar a un eventual acuerdo de coparticipación. La oferta más importante fue formulada por la Corporación Bacardí, con sede en Puerto Rico.
En diciembre de 1967 se hizo el lanzamiento de la malta Criolla y cuatro meses después de la cerveza del mismo nombre. La planta fue concebida para producir 13.8 millones de litros anuales de cerveza clara y 6.9 millones de malta. Este nuevo producto llegó a alcanzar el 47% de las ventas de la cerveza producida en el país, lo que representaba un rotundo éxito. Esa situación, empero, duró escaso tiempo. Al parecer el problema más importante de este fracaso fue el de la distribución.
La Cervecería Vegana, CERVESA.
La siguiente empresa que se conformó para incursionar en el mercado cervecero dominicano, fue la Cervecería Vegana, S.A., creada en 1975, y todavía existe en la actualidad. La Casa Bermúdez dispuso el capital necesario para emprender el proyecto, y fue Poppy Bermúdez quien la administró en sus inicios.
CERVESA escogió el nombre de Quisqueya para su marca que lanzó el 24 de septiembre de 1975. Quisqueya nació con los rasgos que todavía exhibe, una lager tipo Pilsener, elaborada con lúpulo traído de Europa. La marca logró un fuerte impacto entre los consumidores, tanto por lo que representaba la variante de su sabor como por la curiosidad que normalmente rodea la novedad de lanzamiento de un nuevo producto.
A inicios de la década de 1980, en razón de las dificultades por las que atravesaba la Quisqueya, CERVESA decidió introducir una nueva marca: Brava. En 1990 lanzó también la marca Dry. La empresa mantuvo ese lineamiento innovador, no obstante las respuestas reservadas entre los consumidores. El hito más importante en tal sentido vino a ser el de la Guinness, reconocida marca irlandesa con una de las plantas de mayor dimensión en el mundo, que pasó a fabricarse bajo licencia. La Guinness producida en el país no encontró un público suficiente que le permitiera sobrevivir mucho tiempo. Así pues, las tres marcas de cerveza con las cuales la CERVESA inicialmente emprendió su programa de diversificación fueron descontinuadas.
La Cervecería Domínico-Canadiense
La CERVESA suscribió un acuerdo con la Labatt Breweries International, filial de la compañía canadiense del mismo nombre, para la creación de la Cervecería Domínico-Canadiense, la cual comenzó a operar en las instalaciones de La Vega. Inicialmente la relación con Labatt se restringió a la distribución local de marcas de esta empresa canadiense, una de las más grandes del mundo, pero, desde 1996 el establecimiento de la Cervecería Domínico-Canadiense conllevó el lanzamiento de una nueva marca, la Soberana, existente hasta la actualidad. Se trata de una Pilsener cuyo sabor tiende a parecerse a la Presidente. Tuvo un primer momento de auge en el público, llegando a representar hasta el 15% del consumo total de cerveza. Pero, con el paso del tiempo, se minimizó su participación en el mercado.
A pesar de todo, la Cervecería Vegana ha logrado mantener una posición en el mercado cervecero dominicano, aunque en su gran parte la empresa se sostiene gracias a su producción de malta. La Quisqueya se ha mantenido, también, gracias a la conexión con el turismo en el país: la marca se suple a los hoteles en barriles. Igualmente, se han emprendido proyectos de exportación, principalmente a Estados Unidos.
Diversificación de E. León Jimenes. Cervecería Bohemia.
A fines los setenta, la firma E. León Jimenes ocupaba una importante posición en el mundo empresarial dominicano, por su producción de cigarros y cigarrillos. La empresa decidió diversificar sus actividades, y escogió la cerveza. Así empezó a concebirse lo que vendría a ser la creación de la empresa nacional de mayor inversión desde 1965. Esto coincidió con la incursión de la Philip Morris en el campo de la cerveza, con la adquisición de la Miller, una de las empresas cerveceras más grandes del mundo. Se dio la ocasión de que el principal ejecutivo de la Miller, tras su adquisición por Philip Morris, pasó a ser John Murphy, quien había dirigido las negociaciones para la participación de esta empresa en E. León Jimenes. Se consideró la posibilidad de adquirir la CND, opción no acogida por los principales propietarios de esta. También se desechó la posibilidad de que se produjese la Miller en el país, lo que permitió que con E. León Jimenes se fundara una nueva empresa.
El 23 de junio de 1979 fue constituida en Santo Domingo, la Cervecería Bohemia S. A. (CB) por iniciativa de la E. León Jimenes. A mediados de 1981 llegó la planta desmantelada de Alaska que se había acordado trasladar a Santo Domingo, con apoyo de la Miller, con una capacidad instalada de 100,000 barriles anuales, cada uno de 117.33 litros.
La CB lanzó su marca Bohemia, una lager tipo Pilsener, como dictaba el gusto dominicano. Llenó las expectativas, y no mucho después de lanzada en 1984, Bohemia suplía casi el 25% del mercado. Participó en dos concursos internacionales, en los cuales obtuvo amplio reconocimiento. En España ganó una medalla de oro por calidad y en Italia quedó calificada como una marca de especial calidad por Monde Selection.
En 1985, E. León Jimenes llegó a un acuerdo con la Heineken, transnacional holandesa reconocida por la calidad de sus marcas. A cambio de la licencia para la producción de Heineken en República Dominicana, la empresa matriz holandesa pasaría a adquirir un paquete accionario en la CB de aproximadamente el 10% del total. Con rapidez, la marca ganó un segmento del mercado caracterizado por la búsqueda de un producto superior, aun fuera a costa de pagar más.
La competencia fue asumida por la CND mediante la creación de marcas. Básicamente, se decidió crear dos marcas sucesivas: Carlsberg, marca danesa de fama mundial, producida con licencia hacia 1981, y con una acogida sorprendente en el público; y, a fines de 1985, la Coral, que se caracterizó por menos cuerpo y un sabor más aligerado que el de Presidente. Coral fracasó y su presencia en el mercado apenas llegó al año. Ante esto, se decidió lanzar la Coral Light, la primera cerveza ligera elaborada en el país. El experimento duró escaso tiempo, pues aún no existía un segmento de consumidores inclinados a tal tipo.
El arranque de las exportaciones de cerveza dominicana
La CND quería ampliar sus operaciones a través de las exportaciones. Se tomó en cuenta: el incremento de la comunidad dominicana en los Estados Unidos, concentrada en la ciudad de Nueva York, y también en Puerto Rico; el auge en el turismo, lo que ayudaba a que los extranjeros descubrieran la Presidente; y a más largo plazo incidió un tercer factor: la apertura hacia el exterior de la economía dominicana. En 1984 las exportaciones totales de cerveza superaron los 2.2 millones de dólares.
Impacto de la devaluación de 1984.
Tras la devaluación de la moneda dominicana en el 1984, y por esta razón incrementarse los costos y no poderse indexar los precios, las operaciones de la CB atravesaron por un momento difícil. En 1984, CB registró pérdidas de 4 millones de dólares. Esta devaluación llevó a la familia León al interés por expandirse, a través de la adquisición de la empresa de mayores dimensiones, la CND.
Algunos de los propietarios de la CND ponderaron el proceso devaluatorio de manera pesimista. Además, por la creación de la CB, la CND había perdido una gran proporción del mercado, gran reto para la empresa, pese a que seguía teniendo ventajas indiscutibles, sobre todo el prestigio de Presidente y el impresionante aparato de distribución.
Así coincidieron los propósitos de expansión de León Jimenes y la disposición a vender de varios accionistas de la CND. A fines de 1985, la E. León Jimenes y la Heineken compraron el 92% del paquete accionario de la CND. En virtud de la participación de Heineken en Cervecería Bohemia para la producción local de su marca, la operación implicó que la empresa transnacional pasaba a tener la propiedad sobre el 9% de las acciones de la CND. En enero de 1986 la E. León Jimenes tomó posesión de las instalaciones de la CND, y luego, en 1988, Bohemia quedó en condición de subsidiaria de la CND. Tras un proceso de transición, aconteció una unificación del esquema operacional de ambas empresas.
El mercado cervecero experimentó una reanimación tras unos años de evolución lenta. Entre 1980 y 1985 el crecimiento promedio anual del consumo de cerveza y malta había sido de aproximadamente 7%, mientras que en los años siguientes a la integración de las dos empresas, fue de 12%. Desde entonces empezaron cuantiosas inversiones que introdujeron mejorías en la productividad. Para el año 2000 la capacidad instalada de ambas plantas alcanzó los 4.2 millones de barriles anuales, de los cuales medio millón correspondían a Cervecería Bohemia y 3.7 millones a CND. Por consiguiente, en 13 años se llevó a cabo una asombrosa multiplicación, por más de cinco veces, de la capacidad productiva del área de cerveza de León Jimenes. Esto determinó un incremento de más del 150% del volumen producido en el país entre los años 1988 y 2000. En los años recientes no ha cesado el proceso de expansión.
Desde el año 1993 la empresa exporta, de manera estable, su marca Presidente hacia los Estados Unidos y el Caribe, logrando un promedio de crecimiento anual de un 31.5%. Presidente es reconocida en Estados Unidos como una de las marcas extranjeras de mayor acogida. Las cifras indican que las ventas de Presidente hacen a la República Dominicana el segundo país latinoamericano el cual sus marcas son preferidas en el mercado de Estados Unidos.
Impactos de la cerveza en la economía y la sociedad dominicana
La participación de la CND en la economía nacional se refleja en el aporte de un 3 % del Producto Interno Bruto (PIB) y junto a Cervecería Bohemia, cerca del 7% de todos los ingresos tributarios que recibe el Estado. Generan 2,500 empleos directos y más de 65,000 empleos indirectos. (2003).
En la República Dominicana, la cerveza ha sido uno de los productos que más incidencia han tenido en el establecimiento de ciertos patrones modernos de sociabilidad.
En otro tono, prácticamente desde su fundación, la CND ha sido una de las empresas que más patrocinios ha ofrecido al deporte y la cultura de la República Dominicana. Además de la pelota y el softbol, la empresa cervecera ha patrocinado otros deportes, como atletismo, golf, rallys, voleibol, artes marciales, fútbol, pesca, boxeo, deportes acuáticos, baloncesto, ciclismo, dominó, tenis, boliche, gokart, automovilismo, motocross, hipismo, ping-pong, béisbol amateur. En cuanto a los eventos culturales, además de conciertos musicales y eventos teatrales, desde hace 15 años la CND patrocina el Premio Casandra, indiscutiblemente el máximo galardón a que puede aspirar el artista dominicano en su tierra. También patrocina el Festival Internacional de Fotografía y el Concurso Nacional de Música de Casa de Teatro, así como fiestas de carnaval y el famoso Festival Presidente de Música Latina.
Datos curiosos sobre la Cerveza y su historia en la República Dominicana
Obtenido de: Raíces y Desarrollo de un Orgullo Dominicano.
Historia de la Cerveza en la República Dominicana.
Por: Roberto Cassá. Colección Centenario, Grupo León Jiménez, 2003