David Taveras expone sus obras en Santo Domingo

El artista David Taveras presenta una seleción de 35 de sus mejores obras de arte, en la exposición titulada: «La Huella del Lenguaje». Esta muestra se inauguró en La Sala de Arte Ramón Oviedo de la Secretaría de Estado de Cultura, ubicada en la Av. George Washington esq. Presidente Vicini Burgos, Santo Domingo, R.D. Según el crítico de arte dominicano Odalis Pérez, miembro de la Asociación Dominicana de Críticos de Arte (ADCA) y de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA), «lo que se lee en la obra de Ángel David Taveras es una función significativa de la materia-sentido, organizada mediante lo que se unifica en el cuadro. Este proyecta la movilidad como suplemento temático y sustancia impulsada por el orden sensible, gobernado por un anclaje operatorio y psico-operatorio del sentido de la visión».

Ángel David Taveras se apoya en esta concepción del artista, cuya visión asegura un trazado visual que no es simplemente asimilación de una técnica sino más bien de un lenguaje en el sentido amplio del término.

La narrativa que observamos no es, ni pretende ser lineal, sino mas bien, concentrada en su relación tempo-topos.

En su caso, y, como nos dice Xavier Robert de Ventós, «el artista no será tanto el constructor de la obra como desvelado: El que ayuda al parto de la realidad o, más precisamente, aquel en cuya virtud la realidad artística se muestra…».

Ángel David Taveras se apoya en esta concepción del artista, cuya visión asegura un trazado visual que no es simplemente asimilación de una técnica sino más bien de un lenguaje en el sentido amplio del término.

Nacido el 22 de septiembre de 1974, el artista sintió desde muy temprano una particular atracción hacia las artes plásticas, y, terminando sus estudios de bachillerato, asiste a varios talleres de arte con la convicción de aprender técnicas y procedimientos artísticos.

Se inicia en 1998 en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde asiste como alumno tres años y medio. Luego de esta experiencia académica viaja a Italia buscando otros horizontes artístico-culturales y visitando lugares donde el artista entiende puede aprender fuera de la academia y de manera privada. Con el tiempo, se hace miembro del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos (CODAP), y en ese mismo orden, miembro de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos.

David Taveras se pronuncia a través de una pintura que se sitúa en la problemática metafísica y ontológica de un arte visionario y abismal. El artista quiere interpretar los fondos de una existencia trágica y marcada por los límites de un viaje espiritual que, en su caso, parece no terminar. Color y luz, movimiento y materia, tiempo y forma, conducen en su caso y en su universo imaginal a constituir un cosmos visionario cuyas funciones predominan como inscripción y expresión. Las entidades constitutivas de su espacio pictórico, son reveladoras de una personalidad y una biografía donde los gestos naturales y la magia de sus incursiones o intenciones, revelan los estados de una razón instituida como versión de un mundo sensorial, situado en la mirada que produce el sentido de la obra.

Es entonces como la centralidad de la materia-expresión de su obra prohíba la ruptura con los signos tradicionales. No podemos entender la pintura de Taveras Castillo como un modo de existencia de los sentidos, sino y además, como un punto que a su vez genera la significación en tanto que atributo generativo de la obra en su momento de instrucción, intuición y memoria.

El artista, que ya ha participado en colectivas y ha hecho sus propuestas en algunas individuales, ha investigado también aspectos de la naturaleza y la psique humana, afirmándose en aquel juego intencional de la experiencia estética. El arte produce mutaciones y las mismas conducen a estimar la magia posible de «la cosa artística». Se podría decir que Taveras Castillo crea una obra donde quiere expulsar aquel tipo de realidad que «demorniza» su mundo.

Naturaleza, caos, contaminación, agua terrígena, sustancia cósmica, fragmentación biológica, y reversión constituyen la cara especifica de la alteridad y la otredad. Se trata de mostrar una epifanía donde lo visible y lo invisible conforman la dialéctica entre lo íntimo y lo exterior en sus variedades temáticas y expresivas. Para llevar a cabo una obra de intensos registros composicionales, el artista entiende lo material y lo formal como la vía unitiva de lo figural y lo neofigural, siendo así que el personaje principal es, en su caso, la abstracción de lo visual.

Para Taveras Castillo el elemento que atraviesa la mismidad narrada como problemática específica del sujeto en la vida cotidiana de nuestros días. Lo que produce efectos de una intencionalidad dinámica y proyectada en los ejes y bordes de la obra es el atributo imaginal y «conciencial», justificado por una visión toposensible y estético-existencial particularizada en la obra entendida como recorrido, direccionalidad, camino, huella, eje de sensibilidad y rescate del mundo infuso y profuso de la vida.

Todo lo que estas obras prometen es la ruptura desde la abstracción y la subjetividad. Allí donde el artista «habla» como creador de formas y espacios, encontramos estructuras las míticas del espacio pictórico pronunciadas a través del plexo que registra como valor temático-formal cada cuadro.