Diccionario Lupo, Homenaje al poeta Hernández Rueda La vida, ese soplo que nos llega como un todo, que se prolonga, a veces, en la silueta de la nada, que se hace la apariencia del que llega como huésped a la existencia para encontrarse con los enigmas que se encierran en el círculo; la vida, ese eterno principio, es una invitación a hacernos forma, a forjarnos desde el polvo, a asumir la voluntad de acercarnos a un duelo con el comienzo. La vida -así la entiendo, luego de leer en primavera los poemarios de Lupo Hernández Rueda (1930)-, es un traje sencillo, no una armadura que desde el fuego, se llora y se celebra, sino un instante que nos aguarda, un tránsito al deliberativo símbolo, para nombrar a la esencia como una identidad fugitiva en el aquí y el allá. Sin embargo, hay quienes asumen a la vida con una actitud negligente, y se hacen orgullosos, rencorosos, ambiciosos, y se esbozan desde las más ruines bastardías. Éstos son los que incuban precoces tiranos, los beatificados como ungidos por el pueblo. Otros cargan a sus espaldas juramentos vanos, que no son más que sus indolencias y sus banales torpezas; éstos son lo que atacan a los puros, que se hacen sombras, consejeros del poder en prejuicio de los que son grandes visionarios. Otros engendran todos los vicios; son ambulantes mercenarios que se pierden en la gusanera de la inconsciencia. Hay otros que nunca se reconocen como almas, que no se ocupan de que sus cabezas no den vueltas en torno a las cosas con un veneno mortal en sus labios, y a los que no les importa oprimir a los que tienen innúmeras dificultades para sobrevivir. El barro, que se hace alegoría que piensa, al parecer, no conoce reposo, no se agota, y siempre despierta –curiosamente- en períodos donde la mundanalidad se hace la pompa y antítesis a lo sensible como oscilación desbocada del yo, hecho un ambicioso corazón. El Diccionario Lupo que entrego a los lectores son las definiciones en metáforas del corpus poético de un ser excepcional, que se ha mantenido en vigilia en el mundo, reflexionando profundamente, sobre esas partículas de barros que aún no han despertado ante el círculo, y permanecen alejados del anhelo de una bella vida sencilla, serena, simple, honrando a la gratuidad de la naturaleza, puesto que siguen galopando –como polvo- en lo exangüe , mirándose hacia otro espejo donde se extingue su imagen: la satisfacción del cuerpo con las pompas de las que son esclavos. Les invito a leer y a descargar el Diccionario Lupo, y a hacerlo suyo como un libro de consulta que pueda acompañarlos en su trabajo intelectual y, humanístico, porque a la larga la historia de una vida se funda en la palabra. |
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