Historiadores y testigos de la segunda mitad de la década de 1920 la califican como el inicio definitivo de la modernidad dominicana, con el florecimiento del comercio y la agricultura, la incipiente actividad industrial y las grandes vías de comunicación terrestre. La ciudad de Santo Domingo experimentó una gran transformación gracias a sus nuevas edificaciones comerciales de concreto reforzado en sus calles céntricas, a las residencias construidas en las afueras de la ciudad (hoy Gazcue) y a la rápida población del barrio de Villa Francisca.
Germen de la modernidad que a su vez significó la «americanización» de las elites económicas dominicanas, pues el fomento de las grandes plantaciones azucareras y los ocho años de ocupación tenían que dejar su secuela:
Mandato de Horacio Vásquez. El mandato de Horacio Vásquez en esta nueva era fue una continuación de las principales políticas desarrolladas por el gobierno de ocupación estadounidense: realización de obras públicas, fomento del desarrollo agrícola y de la educación, y mejora de los servicios sanitarios.
Al inicio de su presidencia, ratificó la Convención Domínico-Americana por medio de un nuevo tratado firmado en diciembre de 1924, y concertó un empréstito en diciembre de 1926, dotando al Gobierno de 10,000,000 de dólares.
Durante su gestión se construyó el acueducto de la ciudad de Santo Domingo, se dragaron y mejoraron las instalaciones portuarias de Santo Domingo, Puerto Plata y San Pedro de Macorís; se dio continuidad al plan de riego y colonización agrícola de la Línea Noroeste y la Frontera; se edificaron planteles escolares en diez ciudades del país; y se prosiguió con la red de carreteras de modo que antes de 1930 estaba casi completada.
Caudillismo político. Los cambios económicos y sociales no fueron suficientes para desterrar el caudillismo, el clientelismo, el reparto de cargos y las luchas internas de la política dominicana, aunque, paradójicamente, terminarían permitiendo la concentración del poder a niveles sin parangón en la vida de la República.
A pesar de la ruptura de la alianza que lo llevó al poder en las elecciones de 1924, Horacio Vásquez lograría la prolongación de su período presidencial por dos años más, en virtud de una reforma constitucional preparada y aprobada al efecto en 1927. En cambio, acabaría cediendo ante la fuerza del que había sido nombrado por él como jefe del Ejército. El que había sido su hombre de confianza pondría fin a sus planes de reelección al darle un golpe de Estado el 23 de febrero de 1930.