Santo Domingo, 28 de febrero 2025 – Al hablar de la Independencia Nacional se hace imperativo mencionar la nación, como conjunto étnico poblacional que comparte una misma cultura y una misma comunidad idiomática. No siempre se asienta en un mismo territorio y es capaz de reproducir, de manera permanente, sus condiciones materiales de existencia.
La nación asentada en el país, que se conoce hoy como República Dominicana, tiene un trayecto de formación histórica de 532 años. Esto comenzó a partir de la llegada a nuestras tierras vírgenes —sin invitación— de los primeros europeos con Cristóbal Colón. El cruce biológico con los taínos, habitantes autóctonos de la isla, y la imposición cultural, más el sistema de explotación inhumano a que fueron sometidos, produjeron el exterminio de la población nativa, que fue gradualmente sustituida, en un proceso acelerado, por negros africanos convertidos en esclavos. El resultado, a través del tiempo, fue el sincretismo cultural que identifica en la actualidad al pueblo dominicano como pueblo mulato.
Los negros traídos como esclavos fueron explotados de forma inmisericorde, de tal manera que se veían impelidos de escapar hacia los montes como forma de rebelión contra el maltrato que se les daba en la gran plantación y en los ingenios. A esos que evadían la explotación esclavista les llamaron negros cimarrones, con la intención de degradarlos a la condición de animales. Los colonos no podían admitir que fueran seres humanos luchando por su libertad.
La rebelión y la resistencia es lo que ha caracterizado la conformación de la nación dominicana para pervivir como pueblo «libre». Este producto histórico que se llama nación dominicana resistió a los españoles, ingleses, franceses y haitianos antes de lograr su independencia, y después de esta ser proclamada, se enfrentó a dos imperios en los siglos XIX y XX. Todas estas vicisitudes pudieron ser superadas gracias al germen heroico presente en la nación.
República Dominicana tuvo su primera emancipación del dominio español en 1821 con la proclamación del Estado Independiente del Haití Español, liderado por el doctor José Núñez de Cáceres. Este trascendental hecho creó las bases para marchar junto a los pueblos sudamericanos por el camino de la emancipación que había abierto el gran Simón Bolívar. Factores internos y externos, que no serán analizados en esta oportunidad, impidieron el progreso y la permanencia de este proyecto emancipador. La «independencia efímera», como le llaman varios historiadores a este primer intento con posibilidades relativas de éxito, fue interrumpida por la invasión del presidente haitiano Jean Boyer.
Es propicio recordar que el 20 de julio de 1814 mediante el Tratado de París, Francia le devolvía a España todos los derechos sobre la posesión de la parte oriental de la isla de Santo Domingo, la cual ese país se había adjudicado en 1795 mediante el Tratado de Basilea. Este hecho fue crucial, pues desde 1801 la Constitución de Toussaint planteaba que la isla era una e indivisible bajo el espectro del mencionado Tratado. De igual manera la Constitución de Dessalines reivindicaba la isla, como también se planteaba en la Constitución haitiana de 1816.
En 1822 se produce la invasión del Estado Independiente del Haití Español bajo el protectorado de la Gran Colombia, como fue su proclamación formal, que finiquitaría en 22 años pero que solo duró dos meses. La toma de la parte española se llevó a cabo sin disparar un solo tiro, pues la maquinaria militar que acompañaba a Boyer era formidable e intimidante. Ese mismo tono tuvo su mensaje que, al parafrasearlo, se aprecia su sutil amenaza: No vengo como conquistador, proclamó, sino como libertador, pero si alguien se opusiera, cuento con fuerzas suficientes para imponerla de otra forma.
Las medidas del Gobierno interventor fueron relativamente progresistas, en tanto que abolieron los remanentes de la esclavitud colonial, contribuyeron a la aparición del campesinado temprano e incentivaron la producción agraria, entre otras. Pero los pasos concretos para lograr la haitianización de los habitantes de la parte este, sometidos a la condición de minoría nacional oprimida en su propio territorio, no fueron bien vistos por los habitantes del antiguo Estado Independiente del Haití Español.
El nuevo Gobierno haitiano incorporó a un sinnúmero de personas al ejército, a través de la creación de los batallones 31 y 32, así como incluyó representantes al Congreso con la departamentalización del territorio de la parte este. La imposición de la lengua francesa para los documentos oficiales fue otra de las medidas derivadas de la fusión de la isla. Al decir del historiador dominicano Emilio Rodríguez Demorizi (1971), Boyer consultó al general Guy Joseph Bonnet sobre la toma de la parte este; el general Bonnet le advirtió que la unificación de la parte oriental sin la total voluntad de la parte este era un error. También le aconsejó que no se dejara llevar por la presión del ejército. Llegó a plantearle que la indisciplina del ejército podría crear tensiones en la población de la parte oriental. Y le sugería la posibilidad de otra forma de unificación sin los militares. Pero Boyer estaba comprometido a entregarles tierras a los generales que le ayudaron en la unificación de Haití y esas tierras estaban en la parte este, pues Haití estuvo dividido en dos repúblicas después del asesinato del emperador Dessalines: en el norte gobernó Henri Christophe y en el sur Alexandre Pétion. Con la muerte de ambos, Boyer logró la unificación de Haití con el apoyo del ejército, y la compensación eran las tierras de la parte este, anterior Estado Independiente del Haití Español.
El Festival de Cine Global de Santo Domingo arriba a su decimoséptima edición con muchos logros y protagonistas. Los artistas internacionales y los dominicanos que han dejado su estela durante su paso por Santo Domingo y las demás ciudades que han sido sedes del Festival, son la mejor evidencia de la calidad que ha logrado el encuentro cinematográfico organizado por la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE).